Sin
duda alguna el aumento de la criminalidad y la delincuencia son causas directas
para que los distintos procesos de la Política criminal se vean fortalecidos,
ya que esta se presenta y existe prácticamente en todas las sociedades del
mundo, tanto las más primitivas como las desarrolladas. Un ejemplo de esto es
que las medidas llamadas preventivas se subdividen en primarias, secundarias y
terciarias, según lo que se quiera erradicar o evitar.
“La prevención primaria se concentra en
las causas de la criminalidad, a resolver el conflicto que subyace en el
crimen, para neutralizarlo antes de que se manifieste.
La prevención secundaria actúa después,
no en los orígenes del delito, sino cuando el conflicto criminal se produce o
se genera, cuando se manifiesta. Opera a corto y mediano plazo y se orienta
selectivamente a determinados sectores de la sociedad, aquellos grupos y
subgrupos que exhiben mayor riesgo de protagonizar el problema criminal. Los
operadores sociales de esta prevención son jueces, fiscales y policías. Aquí el
que prima es el modelo punitivo; es decir, el del control en las calles y la
prevención policial.
La prevención terciaria se refiere
directamente a la población reclusa o interna y su fin es evitar la
reincidencia. En este caso, conecta con el fin de prevención especial positiva
de la pena, concretamente en sus fines resocializadores, por lo que puede
plantearse para ella también los mismos cuestionamientos hechos anteriormente.
Esto es, actúa ya cuando el delito se ha cometido y no detiene las causas de la
delincuencia, por lo que sus efectos son bastantes limitados. Considero que en
este ámbito se debe incidir, sobre todo, en la asistencia post-penitenciaria,
es decir coadyuvar con una serie de medidas económicas y sociales para ayudar
al ex recluso a reintegrarse en la sociedad, que es lo que está asumiendo el
nuevo modelo penitenciario.” (Moscoso, 2016, p. 1)
Por su
parte las medidas represivas se han visto fortalecidas en el tipo de penas
impuestas por el estado social y democrático de derecho. El ejemplo más claro
es el caso de la pena de muerte en los Estados Unidos. Esto al parecer en la
sociedad Norteamérica causa un efecto simbólico de mayor seguridad. Sin embargo,
cabe aclarar que esta medida no ha significado un descenso de las tasas de
criminalidad.
Vale
rescatar que la política criminal se ha visto fortalecida gracias a la
participación de la ciudadanía, en lo que respecta el compromiso de disminuir a
la menor expresión tolerable el crimen y la delincuencia. Según lo anterior lo
han informado los órganos judiciales e instituciones encargadas de la seguridad
pública en diferentes medios de prensa.
Bibliografía: Moscoso Segarra, A. (2016). Listín Diario. Debilidades y Fortalezas de la política anticrimen de los Estados. [Página web]. Recuperado de <http://www.listindiario.com/la-republica/2009/10/07/117305/debilidades-y-fortalezas-de-la-politica-anticrimen-de-los-estados>
Bibliografía: Moscoso Segarra, A. (2016). Listín Diario. Debilidades y Fortalezas de la política anticrimen de los Estados. [Página web]. Recuperado de <http://www.listindiario.com/la-republica/2009/10/07/117305/debilidades-y-fortalezas-de-la-politica-anticrimen-de-los-estados>
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